lunes, 11 de junio de 2012

Las despedidas siempre fueron duras.

Le agarré muy fuerte la mano, y con lágrimas en los ojos sin separar los labios, le grité que se quedase a mi lado, que no me dejase ahí tirada. No sé si él entendió todo lo que quise decirle con ese apretón en la mano... En ese momento quería parar el tiempo como él dice que consigo hacer. Pararlo, salir de ese coche y que me abrazase rodeando mi cuerpo entero con sus brazos de manera que no pudiese escapar.

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