lunes, 11 de junio de 2012

Marina

Dicen las malas lengua que se fue huyendo de alguien que la hacía daño, pero en realidad huía de si misma. Menuda tontería.. intentar huir de uno mismo. Siempre llevaba gafas de sol oscuras, ese olor a vainilla que penetra en los sentido de cualquiera, nunca se quitaba esa expresión curiosa de sus enormes ojos cremados. Nadie sabe donde está ya. Hay quien dice haberla visto e incluso quien dice que habla con ella a diario, que la conocen, pero estoy segura de que no saben hasta qué punto se equivocan. Nadie nunca ha conseguido seguirla la pista, ni saber que se la podía estar pasando por la cabeza. Marina era como una pared de ladrillos impenetrable. Nunca estaba sola, siempre estaba Serchu a su lado, andaban juntos siempre. Él con su pose encorvada y ella con sus andares perfectos de modelo. Eran inseparables. Nadie sabía nada de ellos, de qué clase de relación mantenían, de qué se ocultaba detrás de esos abrazos y esos besos en la mejilla. Podías observarlos una hora entera en busca de una conversación, pero solo verías miradas que llevaban a risas o empujones. Hablaban con los ojos. Siempre he pensado que era imposible conocerlos, que eran personas que nadie podía llegar a conocer, pero estoy igual de segura de que ellos se conocían a la perfección. Hasta el último e insignificante detalle. Nunca se decían adiós.. nunca se habían separado. 

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