martes, 23 de octubre de 2012

Third

Me quedo callada y bastante quieta. Hay recuerdos que nunca deberían volver, y son justo esos, los que siempre vuelven. Así que él también se acuerda. No sé si sentirme alagada o por el contrario, ofendida. 
-No sé a qué has venido realmente y conociéndote no me lo vas a decir. Pero si has venido a hacerme daño me ofrezco educadamente a mostrarte la salida e incluso a pagarte un vuelo de vuelta a casa. 
-No he venido a hacerte daño. 
-¿Entonces?
-He venido a conquistarte. O a reconquistarte, como sea.
-Lárgate.- Intento contener las lágrimas, pero cuando la voz sale... Todo viene detrás. 
-No, no me pienso ir.
-Sal de mi casa ahora mismo.
-No me iré hasta que no me digas por qué me odias.
-No te odio. Ahora, vete.
¿Qué hace?¿A qué juega? Se está acercando hacia mi con una mano tendida, buscando mi cintura para agarrarme. 
-Ni te atrevas a tocarme.
-¿O qué?
-O empezará la guerra.
Eso le debe parecer divertido, porque me toca. Me agarra y me retiro.
-Me mudé para no volver a verte la cara, no para que me siguieses y te metieses a vivir en mi casa chantajeandome. ¿Piensas "recuperarme" obligándome a convivir contigo y amenazándome con arruinarme la vida? Tienes un concepto muy extraño de lo que es "querer" a alguien.
-De acuerdo, no viviré contigo. Encontraré un piso aquí, cerca de ti y haré todo  lo posible para que vuelvas a quererme.
-¿Debería recordarte que los milagros no existen?
-Nada es imposible.
-Y yo soy Nada así que soy imposible.
Se va y cierra tras de sí la puerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario